domingo, 10 de julio de 2016

Inopia.

Eran las siete. Había llegado a las dos y media a casa. Llegó feliz. Móvil en una mano y pitillo en otra. El primero, casi sin carga, el segundo, con apenas dos caladas, consumido hasta el filtro. Dos alegrías. Una conocida, la otra no. Contrapuestas. Se deslumbran.


Felicidad.


Hora de comer. Restos de sonrisa en el rostro. Sólo una perduraba. La otra se convirtió en costumbre, sin alegría.
Su felicidad se bordaba en aquella pantalla. Podrían estar en otro continente. Sus ganas de vivir estaban ahí. Aquel símbolo de un mensaje podía cambiarle el día en milésimas de segundo.


Palabras. Sólo palabras.


Eran las siete.


Llevaba toda la tarde en un mundo onírico, sonámbulo. Un mundo insomne. No podía ni quería salir. Entre calada y calada, una sonrisa. Cuando se apaga la sonrisa, se encendía el cigarro. Y viceversa. Las agujas siguieron su ritmo. Dieron las diez. El sueño y el cansancio no pudieron con su alegría. Un “duerme bien, mi niña” apagó el día para encender otro, como si de sus pitillos se tratase.


Pasaron años que a Sandra le parecieron muchos más de los que realmente fueron.


Y al final su sonrisa se consumió.

Los mensajes que él le enviaba estaban oscurecidos por una sombra que olía a Chanel.


Cuando aquella sombra desapareció, sus mensajes ya no tenían respuesta.















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sábado, 9 de julio de 2016

Etérea

No podía hablar.
Tampoco tenía porqué hacerlo.
Miraba por la ventana, pero no veía lo que había tras el cristal. No sabía cuánto tiempo estaría así, y desconocía cuánto llevaba. Estaba rodeada de toda clase de objetos, regalos sin abrir, libros, ropa... Pero le inundaba una gran soledad y sólo veía aquello que no tenía.

Bajó a la calle a pasear sus sueños.

La calle estaba repleta, pero ella no veía a la gente que la llenaba.
Hacía frío y ella no lo sentía. Caminaba segura hacia un destino incierto y nadie podría jamás conocer sus pensamientos
Vivía en ellos, eran su hogar.
Podría mirar sin ver, andar sin rumbo aparente que ellos estarían ahí.
Junto a ella.

No la abandonarían.

Jamás.

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jueves, 7 de julio de 2016

Ilusión

Un atardecer en tus brazos y una sonrisa en los ojos.

Una vela apagada de un beso para que la oscuridad te ilumine la cara.

Una imagen sin sombra la noche de un viernes y un cálido abrazo en un banco.

Unas huellas que nadie va a seguir y un halago que jamás se inventó.

Aquella tranquilidad en el ruido de tu risa y la seguridad en tu caos.

Cada mañana despierto para soñar sin ti y desayunar buenas noches con sabor a ayer.
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miércoles, 6 de julio de 2016

Magia.

Y cuando caiga el último pétalo de la rosa, no, no dejaré de quererte, no, eso sería auténtica magia, sólo morirá mi sonrisa.

Los animales no me ayudarán con las tareas y la segunda estrella a la derecha será el supermercado de la esquina. El polvo de hada se posará en los muebles esperando a ser barrido.

A las 12 las pequeñas preocupaciones  se transformarán en grandes problemas que querrán entablar conversación para robarme el sueño.

Ningún beso tuyo podrá despertarme y sólo nos conoceremos de cruzarnos por la calle, esperando el bus o por estar en una cafetería.

Nunca me imaginaré cómo sería una vida juntos ni esperaré a oír mi nombre en tus labios una tarde lluviosa.

Nuestros guiones no son de la misma película.
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